En Vilassar de Dalt, el 12 de noviembre de 2010, Carme Blanch no se presenta en la escuela a recoger al hijo de unos vecinos a los que hace de canguro. Enseguida, éstos sospechan que le ha pasado algo grave y entran en su casa. Poco después llega su marido, Joan Puigpey, que estaba trabajando. Aunque inicialmente parece un robo, los Mossos descartan en breve esta hipótesis. Años más tarde, una libélula y unas fotografías son claves para descubrir la verdad.