Después de que Bob se corta el dedo y se desmaya al ver su propia sangre, Linda lo lleva al hospital y deja solos a los niños en la casa. No queriendo desperdiciar una oportunidad única, Tina, Gene y Louise transforman el sótano del restaurante en un casino improvisado. Pero la apuesta les sale cara cuando el dueño de la casa, el Sr. Fischoeder, pasa y los sorprende en acción.