Hay una oleada de robos en el barrio, y cada familia se dispone a renovar la seguridad de su casa: los Bundy adquieren una pistola y Steve y Marcy se compran un perro que no sólo no les hace ni caso, sino que además se pasa las noches ladrando. En una de estas, Al cree oír un ruido y dispara para rechazar al posible agresor, pero acaba matando al perro de los vecinos, que no acaban de creerse que resultara accidentalmente alcanzado al interponerse entre Al y el ladrón, sino que más bien el primero se deshizo deliberadamente del ladrador chucho.