Peggy y sus amigas se quejan de la escasa fogosidad de sus maridos. Poco sospechan que Bud va a cambiar la vida sexual del vecindario al invitar a pasar unos días en su casa a Tiffany, una hipersexy muchacha en ruta hacia Nueva York. Y es que la presencia de Tiffany ha convertido a Al en una máquina de hacer el amor. ¡Peggy nunca había estado tan bien atendida! Incluso los vecinos acuden cada tarde a observar cómo Tiffany hace sus ejercicios de aerobic para luego correr a encerrarse con sus mujeres en sus respectivas casas. La única que no está contenta con esta situación es Marcy, ya que Steve también se ve atraído por Tiffany, pero no por su físico, sino por su inteligencia, lo cual es mucho más peligroso, claro.