Homer intenta convertir a Springfield en la casa de un nuevo equipo de fútbol americano, pero el abuelo lo fastidia todo al confundir al delegado de deportes con un ladrón, de modo que lo que iba a ser el estadio acaba siendo una plaza de toros. Tras recibir diversas amenazas por provocar esta situación, el abuelo decide ir a una clínica de suicidio asistido, pero cuando su suicidio falla en el último minuto, comienza a ver la vida con otros ojos y decide vivir sin miedo, para lo cual acaba convirtiéndose en torero.