El asesinato de un marine que estaba bajo amenaza lleva a Gibbs y McGee a Los Angeles, donde la delegación de NCIS de esa ciudad trabajaba en el caso. Ambos equipos descubren que lo que parecía un ajuste de cuentas puede llevarles hasta el núcleo de una red de tráfico de armas. Mientras, Tony sospecha que una persona relacionada con la vida privada de Ziva puede tener algún vínculo con el caso que les ocupa.