Un niño de raza negra muere por los disparos de un francotirador cuando jugaba en el parque del colegio. Su padre, blanco, trabaja como funcionario de prisiones por lo que los inspectores sospechan de un convicto. Sin embargo, las investigaciones dan un giro cuando en la armería donde se compró el arma se esconde un grupo neonazi: el hijo del dueño de la armería y una mujer, defensora de la supremacía de la raza blanca. El ADN del arma conduce hasta un exconvicto que confiesa la autoría. Durante el juicio se produce un tiroteo, resultando muertos el juez y un testigo, y varios heridos, entre ellos el inspector Stabler.