Un ratón se ha instalado en el sótano de los Bundy, pero Al se niega a pagar el dinero que le costaría un exterminador profesional y se muestra decidido a acabar con él personalmente. Sin emargo, el ratón es más duro de lo que parecía. De hecho, hasta Buck, el perro de la familia, ha de ser llevado al veterinario tras salir malparado de un encontronazo con el astuto roedor, que escapa invariablemente de todas las trampas que le van poniendo Al y Steve.